Y un dìa el zeide se fue. Mi zeide, la primer persona que vi con pelo blanco, o por lo menos que me acuerdo. El que usaba gomina y se afeitaba con la maquinita. El que cortaba la fruta de esa manera tan prolija, y siempre me separaba un poco de banana. El que se metìa al mar conmigo y salìa con los cachetes inflados. Con quien mirabamos el atardecer desde el balcòn del departamento. El que me llevaba al Devoto y me compraba helado. El que atendìa el telèfono cuando hablaba con la babe y opinaba en la mitad de la conversaciòn. Elq ue todo el tiempo estaba con la radio prendida. El que en el ùltimo tiempo anotaba mi direcciòn de mail una vez por mes en el conjunto de papeles que tenìa siempre en el bolsillo atados con una gomita. El que nunca se iba a ir porque era mi abuelo. El que estaba todo el dìa con el Panorama, palabra familiar si las hay, con la màquina de escribir hasta que llegò la computadora, y escribìa chistes en la parte de atràs con pseudònimo, y nunca supe que era èl hasta grande. El que siempre contaba la anèctodota de la carrera de bicicletas que ganò por llegar ùltimo. Es como que me acuerdo movimientos de las manos. Y verlo llorar despuès de la operaciòn. Es raro el tema de los abuelos, uno sabe que un dìa se van, y la verdad yo lo tuve mucho, pero es feo cuando se van. Era como que nunca se iba a morir, ni la babe ni el zeide. Eran ellos dos, juntos a todos lados. Va a ser raro almorzar en lo de la babe y que el zeide no estè. Va a ser raro que no estè màs que nada. Es triste, y lo voy a extrañar.